❤ Mi diario: Sacrificio, ¿acto egoísta?


Pensamientos y reflexiones sobre la vidaHe llorado la futura pérdida de mis padres desde que era una niña. Imaginaba que algún día ya no estarían y lloraba esa pérdida no ocurrida en la soledad de mi habitación algunas noches.  Muchas veces me he preguntado si esto le habrá ocurrido a alguien más. Es uno de esos recuerdos que permanecen nítidos en mi memoria. Hoy en la madurez entiendo que es algo para lo que debemos prepararnos durante toda la vida y sobre todo hemos de aceptar para poder continuar el camino con estabilidad mental.  Es difícil aceptar las pérdidas, siempre son duras y pueden sumirnos en la pena más profunda.

Siempre he estado segura que daría mi vida por ellos, cambiaría mi vida por la de mis seres queridos sin pensarlo. Saltaría al vacío con tal de poder salvarlos, asumiría su dolor para evitar que ellos lo sufrieran. Siempre ha sido para mí más doloroso ver el dolor ajeno en aquellos que amo que padecerlo yo misma.

A veces pienso ¿y no será en cierta parte egoísta? ¿Es esto por la educación religiosa que nos han inculcado desde niños?  Somos egoístas y malos por naturaleza,  vivimos en una culpa continua que hemos de redimir con esfuerzo, dolor y sacrificio. Es curioso hasta donde pueden calar las creencias que impregnan nuestra vida desde la más tierna infancia.  Esa sensación del deber independientemente de lo que tú sientas o quieras. Esa asociación del disfrute con la culpa…

Nos han enseñado que si no hay esfuerzo y sacrificio no es bueno o merecido. Que el camino fácil no es el correcto,  que sin dolor no puede haber recompensa. Que el deber está por encima de todo incluso de uno mismo. Da igual lo que quieras o desees, has de hacer lo que debes.  Creo sinceramente que esto nos condena si no logramos rebatirlo y cuestionarlo interiormente dando paso al dolor, a la queja y  al resentimiento, en definitiva  convirtiéndonos en víctimas.

Hago lo que hago ¿porque quiero o porque debo? ¿Por mi o por el que dirán o pensarán? Hagamos lo hagamos que sea por nosotros, porque deseamos hacerlo, porque elegimos estar ahí y jamás tendremos que responsabilizar a los demás de nuestro esfuerzo y sacrificio. Si lo haces por amor no podrás recriminarlo porque has hecho lo que sentías y deseabas. Estar donde quieres estar. Esto te convierte en el protagonista de tu vida, te hace tomar las riendas y decidir por ti mismo desde el corazón.  Vi­vi­mos des­co­nec­ta­dos de nues­tra ver­da­de­ra esen­cia,  sen­timos que de­be­mos esforzarnos pa­ra ser acep­ta­dos por los de­más, por Dios, por no­so­tros mis­mos. Cre­e­mos que es­ta­mos siem­pre ca­ren­tes de dig­ni­dad, de afec­tos, de co­sas ma­te­ria­les, siempre nos falta algo, siempre deseando algo más.

Somos incapaces de observarnos perfectos, tal y como somos, y en muchas veces carecemos de la capacidad de amarnos y aceptarnos incondicionalmente como debería suceder por defecto. Somos nuestra más fiero enemigo y cruel verdugo, nadie será capaz jamás de hacernos más daño que nosotros mismos. Nos castigamos por lo que hicimos y nos torturamos por el que será, con la culpa en el pasado y con las suposiciones en el futuro y dejamos de vivir lo realmente importante, el presente, el ahora. Necesitamos aprender que lo importante no es la meta o el destino sino el disfrute del viaje que nos lleva a él.

Mi padre me ha dicho alguna vez; "nunca serás más joven que en este preciso instante" 
La vida pasa y lo hace deprisa en apenas un suspiro. No dejes que se vaya sin participar activamente de ella, sin ser el verdadero protagonista. Toma las riendas de tu vida para que nadie más lo haga por ti.

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