❤ Mi diario: No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy

Pensamientos y reflexiones sobre la vida
Si cierro los ojos puedo sentir el calor de la cocina de leña, el olor de la habitación a madera y carbón, las paredes con esos dibujos tan peculiares en los azulejos, el reloj redondo colgado en la pared, a mis abuelas cosiendo guantes, el traqueteo de la máquina de coser, la radio cantando las noticias, el aura, las formas que hacían las baldosas…  No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.  Esa frase se me quedó grabada, así como ese preciso instante, puedo tele transportarme si cierro los ojos y no puedo evitar sonreír.
Yo estaba en el suelo, no sé si jugando o quizá cosiendo vestidos a mis muñecas de trapo, me la dijo mi abuela Juana. Esa mujer fuerte, curtida en mil penurias, en mil historias. Lo que daría por poder volver a sentarme junto a ella y que me las contase de nuevo. Ahora que mi mente adulta tiene el poder de atesorarlas como oro puro, cuantas cosas me gustaría preguntarle, cuantos abrazos me gustaría poder volver a regalarle, cuantos te quiero, cuanta nostalgia.

No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, ha sido una religión para mi desde ese preciso momento. Quedo grabado a fuego en mi mente y en mi subconsciente. Y creo que lo he cumplido, mi mente demasiado responsable desde mi más tierna niñez, solo me ha permitido disfrutar el momento sin remordimientos y liberar mi mente, con los deberes hechos, con la labor cumplida.
Esto me ha ayudado,  a no padecer esa costumbre tan humana llamada: procrastinación, esa postergación o posposición de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o más agradables, por miedo o pereza a afrontarlas.
Ese aplazar los asuntos pendientes, eso que peligrosamente, se puede convertir en hábito. Lo que quizá no nos hemos planteado es como afecta a nuestras emociones. De hecho, se convierte en un problema en el manejo de las mismas. Esperar a que mañana sea un mejor día para hacer aquello que sabemos, que tenemos o necesitamos hacer. A postergar algo para evitar afrontarlo, o en cierta forma, para huir de ello. Los problemas no desaparecen por ignorarlos, normalmente se hacen más grandes. Y  un “lo hago más tarde”, se convierte en un “lo hago mañana”, y que no sería extraño si al final queda postergado en meses, años, e incluso en el olvido, en la renuncia.
Tiene 3 etapas a recorrer,  incomodidad, por esa actividad que debes hacer, una segunda de ocupación con otras actividades menos importantes y una tercera de justificación en la que suele aparecer la famosa frase de "mañana será otro día". Hay estudios que parecen indicar que la procrastinación,  está relacionada con una peor salud psicológica, e incluso con problemas de ansiedad, estrés o depresión.
Y la pregunta es ¿Por qué las tareas que queremos que se lleven a cabo o a las que más importancia otorgamos son las que más frecuentemente dejamos para más adelante? ¿Nos hacemos auto sabotaje a nosotros mismos? ¿Por qué solo oigo excusas en mi dialogo interno? ¿Por qué no tomo decisiones? ¿Es miedo lo que hay detrás?, ¿lo que me paraliza?
Quizá necesitamos separar los miedos,  de nuestros objetivos a alcanzar. No pensar en él famoso y bien conocido: ¿y si…?  No pesar en el que pasará después. Dejemos a un lado la inactividad, la falta de ganas, las excusas.  Realmente consumimos más tiempo poniendo excusas y quejándonos que tomando las riendas y haciendo lo que necesitamos, queremos o sabemos que tenemos que hacer. Siempre es peor y más duro en nuestra cabeza que en la realidad. Nosotros mismos somos los que nos frenamos, nos ponemos la zancadilla, nos sabotearnos.
¿Por qué conformarnos con entretenernos y matar el tiempo, cuándo podemos aprovecharlo y sacar realmente partido de él? ¿Cuántas veces hemos dicho si yo tuviese más tiempo  haría y en cambio cuando lo hemos tenido lo hemos desaprovechado,  lo hemos matado para que pasase más rápido? Ciertamente, somos seres contradictorios.
Quizá esto nos dé información sobre sentimientos más profundos que anidan en nosotros, como nuestro miedo al fracaso, como dudar de uno mismo, tener baja autoestima, sentir ansiedad o inseguridad. Los pensamientos que tenemos sobre procrastinación suelen exacerbar nuestra angustia y estrés, lo que contribuye todavía más a la procrastinación.  Otro circulo vicioso que nos atrapa. ¿Con cuántos de estos convivimos y luchamos cada día?
La procrastinación, es el ejemplo perfecto del sesgo del presente, que es la tendencia que tiene  nuestra mente a dar prioridad a necesidades a corto plazo en vez de a las de largo plazo.   Deriva de la palabra del griego antiguo akrasia, hacer algo en contra de nuestro mejor juicio. Por lo que cabe pensar que es una forma de hacernos daño a nosotros mismos. Y esto explica por qué nos hace sentir mal o culpables. Pero aun así lo hacemos, esto es más que irracional, ¿quién dijo que los seres humanos no lo somos?
Ser conscientes del mensaje de nuestros sentimientos ayuda a combatirlos y evita la procrastinación. Es importante saber qué información nos proporcionan nuestras emociones, para saber que hay detrás de ellas. Que lección nos están intentado enseñar.

Picasso “la inspiración existe pero tiene que encontrarte trabajando”
En el movimiento esta la vida y en la actividad reside la felicidad. Es cuando me muevo cuando me siento vivo. Cuando  fluyo es cuando verdaderamente soy. ¿Por qué postergarlo entonces?
Todos tenemos mucho que aportar, seamos conscientes de nuestras fortalezas, eso nos da confianza. Quizá sea eso lo que necesitamos para poder afrontar nuestros miedos y lanzarnos a la acción, dejar de postergar buscando excusas y darnos el impulso para saltar de una vez. 

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